2. La evacuación de los pequeños

CARMEN DE LOS LIANOS: El jueves 26 o viernes 27 de junio de 1941, mi hermano Carlos volvió por fin del sanatorio de Luga a Leningrado.

La ciudad de Luga ya estaba en zona de guerra. El bombardeo había destruido las vías del tren. Mi hermano contó que, ya el 24 de junio, habían escuchado disparos de ametralladora y explosiones de enfrentamientos cercanos …

Lo pasaron mal en el camino. El colectivo se evacuaba en orden, los niños caminaban con las mochilas al hombro. La carretera a Leningrado estaba llena de campesinos, civiles, soldados … y vacas desorientadas.

Los cazas alemanes volaban bajo, muy bajo sobre la columna de civiles, disparando ocasionalmente ráfagas de ametralladora. Presos del pánico, personas y animales se escondían en los bosques.

El director del sanatorio intentó detener alguno de los camiones que los adelantaban. Finalmente, gracias a la frase mágica “niños españoles”, logró que se compadeciese el conductor de un viejo autobús. Una docena de niños del sanatorio, con mi hermano y una joven española, Claudia, subieron al autobús. Desde nuestra primera evacuación, la de Barcelona, ​​los españoles sabíamos que a los pilotos alemanes, con sus “Stukas”[1], les encantaba cazar vehículos civiles indefensos. Incluso autobuses y camiones -como había sucedido en España- con las banderas blancas de la Cruz Roja Internacional. En la España de 1936-39, comenzando por los crueles bombardeos del País Vasco y la destrucción de Guernica, los aliados de los franquistas -los nazis- libraron una “guerra total”[2].

… El autobús consiguió depositar a los niños en una pequeña estación, desde la que aún había trenes a Leningrado. Por seguridad, circulaban durante la noche.

Nuestra hermosa ciudad estaba irreconocible, en medio de los preparativos para la defensa. El edificio histórico de Smolny aparecía cubierto por una red de camuflaje, globos de defensa aérea flotaban sobre él. Los menores de quince años estaban siendo evacuados de la ciudad, pues las tropas alemanas se aproximaban a las afueras. No solo los aviones del enemigo, sino también la artillería, comenzaba a destruir “a ciegas” la ciudad de Leningrado.

Todo había cambiado en nuestra casa española. Habíamos logrado evacuar a las chicas y chicos más pequeños. Solo quedamos nosotros, los mayores. Los residentes de la Casa Española de Jóvenes, en la avenida Nevsky, se mudaron provisionalmente con nosotros. Y en general, los muchachos mayores de 18 años, y aquellos que lograron ponerse uno o dos años más, se alistaron como voluntarios en el Ejército Rojo.

No teníamos noticias de Virgilio, mi otro hermano. Se encontraba en Artek, que, en ese momento, estaba muy lejos de la guerra.

Carlos y su novia Claudia fueron incluidos en el grupo de niños soviéticos que iban a ser trasladados a la región de Yaroslavl. Ya había una parte de los niños españoles allí, evacuados durante los primeros días de la guerra.

A Carlos y a Claudia -a cada uno- se les dio una bolsa de comida para toda una semana. Los niños rusos traían consigo su propio alimento, pero nadie conocía la duración del viaje ni el destino elegido como residencia.

Y así es como el periodista y escritor Vladimir Grigorievich DAEV describe la evacuación de Leningrado de los españoles más jóvenes:

“Maria Ivanovna Matskevich y Alexandra Lukinichna Agranova, arriesgando la vida, sacaron a sus alumnos más jóvenes fuera del cerco. Se suponía que la jefa del grupo de pioneros, Mariam Gueiman, reuniría a los niños españoles dispersos en los hospitales de Leningrado con los equipos de españoles evacuados, y se puso una ambulancia a su disposición. Pero los trenes ya no llegaban a las estaciones de Leningrado. Entonces, bajo el fuego enemigo, Mariam, que tenía un conductor valiente, alcanzó la estación de Mga y, ante los observadores de artillería alemanes, que estaban muy cerca, logró subir a nueve niños enfermos en el último vagón del convoy que salía en dirección este. En el trayecto, el tren fue atacado por los aviones fascistas y los pasajeros saltaron de los vagones, escondiéndose en las zanjas al borde de la carretera. Mariam, que no podía abandonar a sus pequeños e indefensos protegidos, se quedó con ellos, cubriéndolos con mantas y colchones almacenados en los estantes… Los experimentados bandidos aéreos no solo disparaban al tren, sino a las cunetas, sabiendo que era allí donde se escondían de sus bombas y proyectiles los refugiados”.

(Del libro “Los huéspedes españoles en la tierra de Sadko. Resumen de la investigación periodística”. Editorial “Sudarynya”, San Petersburgo, 1997)

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[1] “Junkers 87”, Ju-87 (en alemán Junkers Ju 87, Stuka – Sturzkampfflugzeug) – bombardero en picado y avión de ataque.

[2]    En 1935, el líder militar y teórico alemán E. Ludendorff esbozó el concepto de guerra total en el libro “Total War”. Declaró que, en el siglo XX, la guerra entendida como “batalla de ejércitos” se convertía en una “batalla de naciones”. Para obtener la victoria era necesario, además de movilizar los recursos materiales y humanos del propio país en ofensiva, socavar el espíritu del enemigo de todas las formas posibles, incluida la intimidación de la población civil.

Carmen

Memoria de Carmen de los Llanos Mas (1924 – 2020)

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